Un instante contra el tiempo.- Alberto Blanco.
“Porque el hombre descubre en sus silencios que su hermoso lenguaje se le agota en el minuto mismo del quebranto, cuando los peces todos que en cautelosas órbitas discurren como estrella de escamas, diminutas, por la entumida noche submarina, cuando los peces todos y el ulises salmón de los regresos y el delfín apolíneo, pez de dioses, deshacen su camino hacia las algas;”
-Gorostiza.
El lenguaje es un poco extraño. Decir que la noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos, que no hay nada frente a mí, sólo un instante rescatado esta noche, contra un sueño de ayuntadas imágenes soñando, duramente esculpido contra el sueño. Decir el sabor del café, el color rojo o amarillo o el significado de la ira, el amor, el odio, el amanecer, el atardecer o el amor por nuestro país es algo extraño. Pero el lenguaje, la palabra está tan “arraigada” en nosotros que solo la expresamos por símbolos comunes que compartimos.
Mirarse al espejo, y decir-se “Alberto, Natalia (…)” esa palabra tan extraña, tan cercana y lejana para el otro- aquel al que aún no le hemos dado una identidad- en un lenguaje (Lateral y subversivo) que nos aferramos a conocer, existe dentro de ese pilar al que llamamos idioma para conocernos y re-conocernos en torno a él.
Y ante tanta incertidumbre, tanta muerte, ante tanto eco; ¿Qué queda?
El poema: ese otro lenguaje por el que nos vertimos hasta en la tinta.
“Los pasos del cantor en la memoria
Contando lo que no supimos nunca
Y lo que nunca vamos a saber.”
Alberto Blanco (18/Febrero/1951-Ciudad de México) es un poeta-músico-pintor que encarna el lenguaje desde sus distintas formas, el arrojo sin manos hacia la grieta, el acontecimiento, con una labor en desnudez profunda hacia la poesía, la música, la plástica, etc. En un instante contra el tiempo que lleve al silencio, regresa a sus orígenes y al origen de sus orígenes, hasta que su eco mismo se reinstala en el primer silencio tenebroso (Gorostiza).
El poema, juguete del lenguaje que se juega en serio porque el juego es vida, archipiélago de soledades por donde la lágrima rodea la mejilla en encuentro de su finitud, La esperanza de aquellos que adivinan/ la soledad y el fin de la catástrofe/ convirtiendo en hosanna su agonía, llega en Alberto blanco como una embarcación, donde lo que corre y pasa es la vida ante un texto inmóvil.
Nosotros, como pasajeros de sus poemas, desembarcamos como el otro, ese que ante cada lectura ya no vuelve a leer con los mismos ojos.
Ante el juego del peso y el silencio de la palabra y el poema en sí, caemos interminablemente ante un ciclo que nos refleja, nos quiebra y nos vuelve a pegar para dejarnos a la intemperie en esas nubes majestuosas teñidas de obsidiana y cielo azul (Primera hora, IV).
CONTRATIEMPOS.
En la Feria Internacional del libro en Guadalajara se llevó a cabo la presentación del libro “Contratiempos” de Alberto Blanco. Una serie de poemas que fungen como un ciclo que se va reconstruyendo constantemente a cada lectura, un juego Hegeliano del movimiento dialéctico, pero sin necesidad de ponerlo en palabrotas nos arroja al juego de la construcción y reconstrucción en la poesía de este libro, abriendo con unas citas de Gorostiza, Octavio Paz, Sor Juana y Jaime Sabines, para después, en la lectura de sus poemas encontrarnos un diálogo con cada uno y con todos.
“No hay nada frente a mí, sólo un instante
rescatado esta noche, contra un sueño
de ayuntadas imágenes soñando,
duramente esculpido contra el sueño”
-Octavio Paz, Piedra de sol.
“Hoy que el cielo y la luz nos dan amparo
y en todos los confines se prepara
un bramido ancestral-crujir de dientes-
Y ante lo irremediable en la muerte
no reduce su amor, sino al contrario:
lo hace crecer hasta formar un mundo.
A pesar de lo mucho que intentamos
no pudimos cerrar bien este ciclo
duramente esculpido contra el sueño.”
-Alberto Blanco, Tercer acto.
En Música, dividimos los valores de las notas en dos aspectos/tiempos: Fuertes y Débiles.
Los primeros (Fuertes) son llamados así por el peso que tienen en la comprensión rítmica de la música y en su conjunto.
Decimos “pum-ch-ch-ch/pum-ch-pum-ch” y deducimos que el tiempo fuerte se encuentra al principio (en el primer caso) y al principio y a la mitad (en el segundo caso). Sin embargo, el contratiempo surge porque ya no se acentúa el tiempo fuerte (como acostumbramos anteriormente) sino el Débil, es decir, en lugar de “pum-ch-pum-ch” tendremos “-/-ch-/-ch” (entiéndase por / el “pum” sin decirse).
Es así como podemos decir que en música, contratiempo significa acentuar el tiempo débil.
Contratiempos en la poesía de Alberto Blanco surge para acentuar el tiempo “débil” de la palabra, es decir: el silencio. Silencio que al igual que en música puede dar la sensación de debilidad y que toma ahora una nueva fuerza, en la poesía toma una nueva importancia que nos envuelve en un peso de reflexión y construcción constante, hasta cerrar (o así creerlo) el ciclo duramente esculpido contra el sueño.
“Y ha de seguir estando de seguro
cuando el huevo solar se independice
y empiece a practicar la nueva danza
Entre muelles vacíos, entre plazas
deshojadas y calles más que yermas,
entre lentos derrumbes de memoria,
Entre frases cortadas y fragmentos,
entre sórdidos jirones de jaqueca
y entre gente de todos los oficios:
IX
Astutos mercaderes, licenciados
Campesinos silvestres, militares
Y monjas que en la noche de septiembre
Duermen sólo por ver otra mañana
Sin monstruos ni promesas delirantes,
Sin sermones ni craso frenesí.
Que a pesar de lo mucho que intentamos
No pudimos cerrar bien este ciclo
Con su antifaz de fósforo en la sombra.”
-Alberto Blanco, segundo sueño.
¿Cómo leer los poemas de Alberto Blanco?
No hay receta posible. Cada lector es un mundo, cada lectura diferente. Nuevas aguas corren tras las aguas, dijo Heráclito; nadie embarca dos veces en el mismo río. Pero leer es otra forma de embarcarse: lo que pasa y corre es nuestra vida, sobre un texto inmóvil. El pasajero que desembarca es otro: ya no vuelve a leer con los mismos ojos.
La estadística, el psicoanálisis, la historia, la sociología, el estructuralismo, la glosa, la exégesis, la documentación, el estudio de fuentes, de variantes, de influencias, el humor, el marxismo, la teología, la lingüística, la descripción, la traducción, todo puede servir para enriquecer la lectura.
Sus poemas se dejan leer de muchos modos- aunque no de cualquier modo: "el texto condiciona las lecturas que admite" diría Zaid-. Y cada modo ayuda a ver esto o aquello que pone de relieve. Pero una vez que el método se convierte en receta (estadística, sociología, psicoanalítica, semiótica, deconstructiva), restringe la lectura.
Leer de muchos modos-con los ojos que dan los métodos /herramientas y los que se lleguen a inventar- puede ser otro método: el de leer por gusto.
Cuando se lee por gusto, la verdadera unidad "metodológica " está en la vida del que pasa, que se anima, que se arroja, que vomita, que actúa, es decir: que se vuelve más real, con la lectura.
Entonces, ¿Cómo leer su poesía?
Embarcándose, arrojándose, des-haciendose y dejando hacer.
Lo que unos nos digamos a otros puede ser útil, y hasta determinante. Pero lo mejor de la conversación en Alberto Blanco, considero, no es pasar tal juicio o tal receta: es compartir la animación del viaje, la (de/-re)construcción.
El que escribe prueba. Alberto es el primer lector de su obra, el lector protagonista que después deja este papel al otro. Su personal interpretación deja su huella en el papel, pero es únicamente suya, y hasta cierto punto incomunicable, tanto e “Contratiempos” como en otros libros, es decir: lo que yo leo nunca es lo que él o tú leen.
Aunque lleguemos a compartir por completo alguna lectura, el centro de su lectura está en él, como el de la mía en mí. Son encuentros, regalos.
Leer sus poemas es recrearlos. Sin embargo, no es lo mismo escribirlo por primera vez que seguirlo recreando cada vez que se lee, pues cada lectura es diferente como cada mirada que hacemos o cada palabra proferida no es la misma: cambiamos ante cada lectura, re-descubrimos.
Hasta en la situación nupcial de la mutua entrega, cuando no estamos leyendo algo, sino “leyéndonos” uno al otro, yo soy él desde mí, como él es yo desde él: somos los actores, los autores, los espectadores, el escenario del ser alcanzándose a sí mismo como otro, pero no somos el mismo.
Así, estos ciclos, anudamientos y reconstrucciones para la poesía y la plástica en Alberto Blanco, se presentan ante nosotros como el mural de J.C.Orozco en el Cabañas, el Nocturno en do menor de Chopin o el cuarteto 131 de Beethoven.
Entonces, ¿Qué queda?
“Nos queda el silencio después de ser nombrados,
el vagón oscuro donde vida y muerte pasan por la orilla,
Nos queda “la miseria que renace,
Comiendo la esperanza sin más linde
Que este cuarto vacío de la mente”.
*Agradezco desde el fondo el tiempo que brindó Alberto Blanco por este encuentro y a la Editorial "El Errante" por permitirlo.
-Natalia Ulloa.