Modernos, los que nunca fuimos.
¿Somos modernos?
¿Cuando comenzamos?
¿ A dónde pertenecemos?
Ya no estaba seguro de nada.
Se refería así a una idea que atravesaba tangencialmente la vida separándolo de las cosas.
Conoció entonces a Bruno Latour, el autor de aquella magnífica etnografía sobre la investigación utilizando los papeles que los científicos tiraban al cubo de la basura y que una diligente señora de la limpieza recogía para él.
Latour habla del derecho de las cosas, de su autonomía, del fin de la dualidad moderna del sujeto y del objeto, de la vida social de los objetos, del parlamento de las cosas.
La ilustración había creado un dispositivo para segregar a las personas de los objetos, se había otorgado el don de la racionalidad y colocado en el cuello de los objetos, de manera tan temeraria, el cartel de seres irracionales. Todo eso estaba realmente en cuestión. Ahora comenzaba para él el arduo camino de la reeducación de la mirada. Ya no estaba seguro de nada y sentía, sutilmente, la poderosa seducción de los objetos.