Ciudad Abierta.
Nos sentamos en medio de la Grande Place, en los adoquines, admirando la elegancia de los edificios que la rodean. Había gente también sentados por aquí y por allá, formando corros y bebiendo cerveza. Nosotros mirando hacia el sur teníamos enfrente el magestuoso edificio del Ayuntamiento, pero si girabamos levemente la cabeza hacia la izquierda, te encontrabas con los edificios más bellos del mundo: L’Etoile, Le Cygne, L’Arbre d’Or, La Rose y Le Mont... Thabor. Sólo los nombres nos sugerían un montón de cosas. En la Maison du Cygne se reunía Carlos Marx y Federico Engels cuando estaban redactando el Manifiesto Comunista hace casi dos siglos. Bruselas fue una ciudad libre donde no se perseguía el pensamiento. Nos era imposible imaginarnos aquello bajo la bota implacable del duque de Alba y de los tercios de Flandes.