Dulce María Loynaz- Detrás de Cuba.
"...Quién pudiera como el río, ser fugitivo y eterno..."
Poeta cubana nacida en La Habana en 1902 y fallecida en 1997.
Después de Doctorarse en Leyes, colaboró con las más prestigiosas publicaciones de su país y viajó muchas veces por Europa, Asia y América.
Su poesía expresa la feminidad con ciertas pinceladas impresionistas y un toque íntimo como el de pocas poetisas caribeñas. En 1986 recibió el premio Nacional de Literatura de su país, en 1991 el Premio de la Crítica y en 1992 el premio Cervantes, convirtiéndose desde entonces en directora de la Academia Cubana de la Lengua.
Dulce María no gozó de la popularidad de John Lennon, el Caballero de Paris o Benny Moré para merecer una efigie de bronce, su existencia fue asociada a la satanizada clase burguesa, condición que la relegó al bando opuesto a la revolución y que en su libro, Fe de vida, justificó cuestionando: "¿Cuáles son las diferencias entre aquella clase adinerada y la cúpula gobernante de hoy?".
La también poeta pasó penurias y fue ayudada por amistades caritativas, como la finada Helga Doval, una ciudadana alemana que ejerció la vicepresidencia de Bayer en Cuba y a quien la escritora le confesó "haber sido detenida e interrogada por la policía política, porque algunas de sus amistades supuestamente estuvieron involucradas en un atentado contra Fidel Castro".
El secretario personal de Castro, Dr. Millar Barruecos ("Chomy"), la asediaba telefónicamente para que traspasara al Estado la propiedad de la finca Santa Bárbara (ubicada en La Coronela, al oeste de la capital), un patrimonio familiar donde residió hasta morir su hermana Flor. Finalmente el régimen resolvió expropiarla y como agresión colateral se le advirtió a la ejecutiva de Bayer en Cuba que si continuaba visitando y ayudando a la escritora, sería expulsada del país.
A continuación, presentaremos parte de su obra poética, esperando de antemano que nuestros lectores se inmiscuyan en la poesía y obra narrativa de Dulce María Loynaz.
Precio
toda la vida estaba
en tus pálidos labios...
toda la noche estaba
en mi trémulo vaso..
Y yo cerca de ti
con el vino en la mano,
ni bebí, ni besé...
Eso pude: eso valgo.
Yo te fui desnudando de tí mismo
Yo te fui desnudando de ti mismo, de los «tus» superpuestos que la vida te había ceñido...
Te arranqué la corteza -entera y dura- que se creía fruta, que tenía la forma de la fruta.
Y ante el asombro vago de tus ojos surgiste con tus ojos aún velados de tinieblas y asombros...
Surgiste de ti mismo; de tu misma sombra fecunda, intacto y desgarrado en alma viva...