Vicente Huidobro.-El paso del retorno.
"¿Quién es el muerto entonces?
Las aguas gimen tristemente
¿Quién ha muerto en estas tierras?
Ahora sé lo que soy y lo que era(...)"
-Vicente Huidobro-
Vicente Huidobro es uno de los mayores poetas de Chile y uno de los escritores hispánicos más universales del pasado siglo.
Nació el 10 de enero de 1893 en Santiago de Chile, en el seno de una familia rica y con inquietudes culturales. Hijo de Vicente García-Huidobro y la escritora María Luisa Fernández Bascuñán. Por ser el primogénito de esta familia, Vicente estaba destinado a heredar el título de marqués de Casa Real, honor reservado al primer hijo de la unión de dos de las familias más importantes del siglo XIX en Chile. Sin embargo, quizás por influencia de su madre —mujer feminista fuertemente ligada al ámbito cultural chileno—, Vicente dejó ese destino para abrazar una carrera riesgosa y apasionante: la de creador.
Tras pasar sus primeros años en Europa, entró en un colegio jesuita en Santiago. Escribió sus primeros poemas a los doce años y cursó estudios de literatura en la Universidad de Chile. Sus primeras obras fueron "Ecos del alma" (1911) y "Las pagodas ocultas" (1914). Luego, apareció publicado un manifiesto en el que rechazaba toda la poesía anterior a él.
Posteriormente, y siendo ya un poeta reconocido por los intelectuales del momento, tanto en Europa como en América, siguió en diversas universidades cursos de Biología, Fisiología y Psicología Experimental, al tiempo que se interesó por la Astronomía, la Alquimia y el ocultismo en general.
El primer amor de Vicente García-Huidobro fue su madre, quien tuvo una notable influencia en su vida; ella misma corregía sus primeros poemas y lo acompañó siempre. A este siguieron otros amores ingenuos. Sin embargo, el amor real le llegó a los 19 años, cuando perdidamente enamorado se casó con Manuela Portales Bello, joven aristócrata descendiente de Diego Portales y Andrés Bello. Ella lo impulsó, como su madre, a escribir.
En 1926 su primer matrimonio terminó y conoció a la que sería su segunda esposa, Ximena Amunátegui, quien provenía de una influyente familia que no aprobaba el romance, que consiguió que Huidobro fuera detenido y obligado a abandonar el país.
Vicente mantuvo contacto con ella y dos años más tarde, cuando Ximena logró obtener su pasaporte, tramó su fuga a Europa. Más tarde se casaron bajo el credo mahometano, para lo cual el poeta hizo votos dentro de esa fe.
Esta relación terminó en 1945, cuando él cubría la Segunda Guerra Mundial como corresponsal. De allí regresó a Chile con su tercera esposa, Raquel Señoret. Durante su estadía en Europa tomó contacto con los principales exponentes de las vanguardias europeas, poetas surrealistas como Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy, junto a ellos fundó la revista Nord-Sud. Ellos ejercieron, además, una fuerte influencia sobre las vanguardias hispanoamericanas.
Se alejó poco después del surrealismo, ya que no aceptaba la opinión de que el artista es un mero instrumento revelador de su inconsciente. De igual manera rechazó el futurismo, movimientos artísticos rupturistas que ejercieron gran influencia sobre el arte contemporáneo. Huidobro fundó su propio movimiento poético de vanguardia, el creacionismo. Esta corriente revolucionaria situaba al poeta a la altura de un dios, dedicado a crear un nuevo tipo de poesía que compitiera con la naturaleza en lugar de reflejarla. Este concepto constituyó el eje de su obra poética, sembrada de impactantes imágenes, de yuxtaposiciones efectistas y de letras y secuencias de palabras de carácter aleatorio. Algunos de sus poemas recuerdan los caligramas de Apollinaire.
Fundó, 1918 y en Madrid (España), el grupo creacionista, y su gran habilidad de comunicador contribuyó a extender el entusiasmo por la experimentación en la Europa de entreguerras.
El poema que mejor puede justificar toda la formulación del creacionismo es Altazor o el viaje en paracaídas, reconocido unánimemente como la obra maestra de Vicente Huidobro.
Además de poemas, su producción se completó con novelas (Sátiro o el poder de las palabras, 1939), manifiestos, ensayos (Vientos contrarios, 1926) y obras teatrales (Gilles de Raiz, en francés, 1932).
Como parte de sus ocurrencias, escribió su propio epitafio: "Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar". Se encuentra sepultado en Cartagena (Chile), frente al mar. Cuando el escritor chileno Vicente Huidobro estaba a punto de fallecer en su hacienda de Llolleo, murmura algunas palabras en el lecho de muerte. Rodeado de algunos amigos como Lucho Vargas y la pintora chilena Henriette Petit, Huidobro miró fijamente a esta última y le dijo: "Cara de poto." (cara de culo). En ese momento, fallece. Fue el viernes 2 de enero de 1948, a las 4:15 de la tarde.
EL PASO DEL RETORNO
A Raquel, Que me dijo un día: «Cuando tú te alejas un solo instante, el tiempo y yo lloramos»
Yo soy ese que salió hace un año de su tierra Buscando lejanías de vida y muerte Su propio corazón y el corazón del mundo Cuando el viento silbaba entrañas En un crepúsculo gigante y sin recuerdos Guiado por mi estrella Con el pecho vacío Y los ojos clavados en la altura Salí hacia mi destino Oh mis buenos amigos ¿Me habéis reconocido? He vivido una vida que no puede vivirse Pero tú Poesía no me has abandonado un solo instante Oh mis amigos aquí estoy Vosotros sabéis acaso lo que yo era Pero nadie sabe lo que soy El viento me hizo viento La sombra me hizo sombra El horizonte me hizo horizonte preparado a todo La tarde me hizo tarde Y el alba me hizo alba para cantar de nuevo Oh poeta esos tremendos ojos Ese andar de alma de acero y de bondad de mármol Este es aquel que llegó al final del último camino Y que vuelve quizás con otro paso Hago al andar el ruido de la muerte Y si mis ojos os dicen Cuánta vida he vivido y cuánta muerte he muerto Ellos podrían también deciros Cuánta vida he muerto y cuánta muerte he vivido ¡Oh mis fantasmas! ¡Oh mis queridos espectros! La noche ha dejado noche en mis cabellos ¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado? ¿Pero era ausencia aquélla o era mayor presencia? Cuando las piedras oyen mi paso Sienten una ternura que les ensancha el alma Se hacen señas furtivas y hablan bajo: Allí se acerca el buen amigo El hombre de las distancias Que viene fatigado de tanta muerte al hombro De tanta vida en el pecho Y busca donde pasar la noche Heme aquí ante vuestros limpios ojos Heme aquí vestido de lejanías Atrás quedaron los negros nubarrones Los años de tinieblas en el antro olvidado Traigo un alma lavada por el fuego Vosotros me llamáis sin saber a quién llamáis Traigo un cristal sin sombra un corazón que no decae La imagen de la nada y un rostro que sonríe Traigo un amor muy parecido al universo La Poesía me despejó el camino Ya no hay banalidades en mi vida ¿Quién guió mis pasos de modo tan certero? Mis ojos dicen a aquellos que cayeron Disparad contra mí vuestros dardos Vengad en mí vuestras angustias Vengad en mí vuestros fracasos Yo soy invulnerable He tomado mi sitio en el cielo como el silencio Los siglos de la tierra me caen en los brazos Yo soy amigos el viajero sin fin Las alas de la enorme aventura Batían entre inviernos y veranos Mirad cómo suben estrellas en mi alma Desde que he expulsado las serpientes del tiempo oscurecido ¿Cómo podremos entendernos? Heme aquí de regreso de donde no se vuelve Compasión de las olas y piedad de los astros ¡Cuánto tiempo perdido! Este es el hombre de las lejanías El que daba vuelta las páginas de los muertos Sin tiempo sin espacio sin corazón sin sangre El que andaba de un lado para otro Desesperado y solo en las tinieblas Solo en el vacío Como un perro que ladra hacia el fondo de un abismo ¡Oh vosotros! ¡Oh mis buenos amigos! Los que habéis tocado mis manos ¿Qué habéis tocado? Y vosotros que habéis escuchado mi voz ¿Qué habéis escuchado? Y los que habéis contemplado mis ojos ¿Qué habéis contemplado? Lo he perdido todo y todo lo he ganado Y ni siquiera pido La parte de la vida que me corresponde Ni montañas de fuego ni mares cultivados Es tanto más lo que he ganado que lo que he perdido Así es el viaje al fin del mundo Y ésta es la corona de sangre de la gran experiencia La corona regalo de mi estrella ¿En dónde estuve en dónde estoy? Los árboles lloran un pájaro canta inconsolable Decid ¿quién es el muerto? El viento me solloza ¡Qué inquietudes me has dado! Algunas flores exclaman ¿Estás vivo aún? ¿Quién es el muerto entonces? Las aguas gimen tristemente ¿Quién ha muerto en estas tierras? Ahora sé lo que soy y lo que era Conozco la distancia que va del hombre a la verdad Conozco la palabra que aman los muertos Este es el que ha llorado el mundo el que ha llorado resplandores Las lágrimas se hinchan se dilatan Y empiezan a girar sobre su eje. Heme aquí ante vosotros Cómo podremos entendernos Cómo saber lo que decimos Hay tantos muertos que me llaman Allí donde la tierra pierde su ruido Allí donde me esperan mis queridos fantasmas Mis queridos espectros Miradme os amo tanto pero soy extranjero ¿Quién salió de su tierra Sin saber el hondor de su aventura? Al desplegar las alas Él mismo no sabía qué vuelo era su vuelo Vuestro tiempo y vuestro espacio No son mi espacio ni mí tiempo ¿Quién es el extranjero? ¿Reconocéis su andar? Es el que vuelve con un sabor de eternidad en la garganta Con un olor de olvido en los cabellos Con un sonar de venas misteriosas Es este que está llorando el universo Que sobrepasó la muerte y el rumor de la selva secreta Soy impalpable ahora como ciertas semillas Que el viento mismo que las lleva no las siente Oh Poesía nuestro reino empieza Este es aquel que durmió muchas veces Allí donde hay que estar alerta Donde las rocas prohíben la palabra Allí donde se confunde la muerte con el canto del mar Ahora vengo a saber que fui a buscar las llaves He aquí las llaves ¿Quién las había perdido? ¿Cuánto tiempo ha que se perdieron? Nadie encontró las llaves perdidas en el tiempo y en las brumas ¡Cuántos siglos perdidas! Al fondo de las tumbas Al fondo de los mares Al fondo del murmullo de los vientos Al fondo del silencio He aquí los signos ¡Cuánto tiempo olvidados! Pero entonces amigo ¿qué vas a decirnos? ¿Quién ha de comprenderte? ¿De dónde vienes? ¿En dónde estabas? ¿En qué alturas en qué profundidades? Andaba por la Historia del brazo con la muerte Oh hermano, nada voy a decirte Cuando hayas tocado lo que nadie puede tocar Más que el árbol te gustará callar.