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Rodolfo Walsh- "Esa Mujer"

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Nació en 1927 en la localidad de Choele-Choel, provincia de Río Negro. Fue escritor,

periodista, traductor y asesor de colecciones. Su obra recorre especialmente el género policial, periodístico y testimonial, con celebradas obras como Operación Masacre y Quién mató a Rosendo.

Walsh es para muchos el paradigmático producto de una tensión resuelta: la establecida entre el intelectual y la política, la ficción y el compromiso revolucionario.Se encuentra desaparecido desde el 25 de marzo de 1977 en Buenos Aires).Militó en la Alianza Libertadora Nacionalista y, luego, en las organizaciones guerrilleras FAP y Montoneros.

Cuando me refiero a Rodolfo Walsh vuelven una y otra vez a mi mente dos imágenes de su vida.

Una cuando tenía 20 años y lleno de expectativas y de futuro, cursaba el profesorado de Letras en la Facultad de Humanidades de La Plata, en tanto anhelaba ser un profesional reconocido.

Lleno de sueños pero sin un peso en el bolsillo, solía acompañar a su novia a la casa de ella y fingir que se despedían ante la atenta mirada de los padres.

Lo que en realidad sucedía era que Elina pasaba por la cocina, armaba un sándwich «chacarero» uno de esos donde se ponía de todo un poco; luego subía a la planta alta de la casa y desde su cuarto, envuelta y atada a una piola, la cena de Rodolfo, ese sándwich, llegaba a las manos de éste, que ansioso esperaba en la vereda.

La otra imagen data de 30 años más tarde, cuando ya Walsh tiene 50 años de vida y en plena calle, en el barrio de Constitución, no se entrega con vida, al ser rodeado por una patota de la ESMA que lo buscaba afanosamente.

Dos imágenes: la que va del pibe soñador al militante político de acero. ¿Qué cambió de una a otra? ¿Qué ocurrió entre todo el trayecto que une a ambas? Tratemos de buscar algún hilo conductor en la vida de ese hombre que hará de la ética, de la justicia, de la verdad y del compromiso la razón de su existencia.

Fragmento del relato "Esa mujer"

"Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.

El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.

Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme. Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla.

Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.

El coronel sabe dónde está.

Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky. El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente."

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